Los
tratamientos del cáncer de piel varían en función del tipo de piel del
paciente, del tamaño de la lesión, la profundidad de penetración, del resultado
estético, de su localización, así como de la edad o de otros problemas de salud
que presente el paciente.
Las
principales opciones de tratamiento del cáncer de piel disponibles son:
Cirugía: resecar
(quitar) total o parcialmente el tumor. La mayoría de las veces el tratamiento
se puede realizar de manera ambulatoria (sin ingreso). Por lo general, se
utiliza anestesia local para estos procedimientos quirúrgicos. Hay varios tipos
de cirugía que se pueden emplear, en función de la clase de tumor y su localización:
Cirugía de
Mohs (micrográfica): consiste en que el cirujano, asistido por un
microscopio, va quitando cada capa de la piel que está afectada por el tumor.
Cada capa que se reseca se examina en el microscopio y, si está infiltrada, se
continúa hasta quitar la última capa infiltrada por el tumor. Este
procedimiento se limita muy bien a la zona que ocupa el tumor, respetando al
máximo el tejido sano, y tiene unas tasas de curación cercanas al 98%. Se
utiliza con mayor frecuencia en zonas delicadas: en general en las lesiones de
la cara -como lo párpados (o cerca de los ojos), orejas, nariz, labios…-. La
cicatriz resultante puede cerrar por segunda intención (dejar que cicatrice
solo), con injertos de piel, sutura, etcétera. Se suele realizar con anestesia
local.
Cirugía
convencional (escisión o resección quirúrgica): total o parcial con un
margen de seguridad adecuado.
Curetaje:
utilizando un instrumento llamado cureta, se va raspando el tumor hasta
quitarlo en su totalidad. Esta cureta puede ser eléctrica, lo que permite
controlar mejor el sangrado, gracias al efecto calor.
Radioterapia:
consiste en tratar la lesión con aparatos que emiten radiaciones para matar a
las células tumorales (aceleradores lineales, bombas de cobalto, etcétera).
Crioterapia: al
igual que se hace con las verrugas vulgares, se aplica nitrógeno líquido sobre
la lesión y se congela el tejido expuesto. Esto produce una costra que se
desprende a los pocos días. Es el tratamiento más utilizado, ya que no requiere
instalaciones muy aparatosas, es ambulatorio, sin cirugías, sin sangrado, y se
puede indicar en casi todas los pacientes (incluso aquellos con problemas de
coagulación).
Terapias
tópicas (cremas): al igual que la radioterapia, mata las células tumorales
allí donde se aplica.
Tras el
tratamiento es imprescindible llevar a cabo revisiones rutinarias para
el diagnóstico precoz de lesiones nuevas, o por si se produce una recidiva de
las lesiones tratadas. Estas revisiones las realiza el médico (bien de medicina
general o bien el dermatólogo), pero la “auto-revisión” semanal o mensual por
parte del propio paciente es imprescindible.
Prevención del cáncer de piel
El cáncer de
piel se puede prevenir evitando o disminuyendo la exposición al sol:
En las horas
centrales del día (cuando el sol incide de manera más perpendicular).
Empleando
cremas con un factor de protección adecuado, y aplicando el producto las veces
que sean necesarias. Recuerda que debes dejar que haga efecto durante al menos
30 minutos, ya que el efecto del filtro solar no suele ser inmediato.
Usando gorras
o sombreros amplios y camisas de manga larga o pantalones largos cuando estemos
al aire libre.
Utiliza
protección solar también cuando vayas a realizar actividades
deportivas al aire libre.
Evitando el
uso de terapias bronceadoras (rayos UVA, etcétera).
Si notas
algún tipo de manchas en tu cuerpo no habituales acude a tu médico y realízate
evaluaciones periódicas para detectar anomalías en la piel. Puedes utilizar un
espejo pequeño para las zonas más difíciles de ver. Un diagnóstico precoz
permite abordar satisfactoriamente nueve de cada diez cánceres de piel.
Por supuesto,
es muy importante seguir todas las instrucciones del médico, tanto en lo que
respecta a la prevención, como en el seguimiento y diagnóstico de este tipo de
patologías.
Zavaleta Aguilar Jose luis
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